La
demostración de que el día se cae y la noche se va tomando en pie: son las
luces que se encienden en los cuadraditos de los edificios, que posan bien
parados, detrás de las playas y de las carpas; y en esa luz azul del cartel del
muelle que se reactiva reflejado en el mar celeste. Ciertos señores salen del
agua. La luna se acerca y saluda a la arena. Cambia de color el mar, de celeste
a azul. La playa minuto a minuto se va desagotando de gente. Más tarde
seguramente se llenara de agua cuando suba la marea; borrara los nombres
escritos en la arena, las pisadas y los castillos hechos por los niños y por
mí. En los caminos que están en el medio, entre la arena y los edificios, ya se
empiezan a ver sujetos con camperas, buzos, zapatillas, mochilas y carteras;
cabellos secos, cuerpos libres de sal. La noche ya esta aquí. Los cuadraditos
de los edificios están encendidos casi en su totalidad. Los señores vuelven al
agua. Algunos se pasan de la calle a la arena.
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