5/30/2020

Fresco






Mesa de madera rectangular cubierta con un mantel cuadrille. Arriba de la mesa y el mantel colgaba una pantalla de color violeta que despedía una luz débil, casi imperceptible, sobre la habitación que era el comedor.
La luz mas solida provenía de la cocina cuya puerta yacía en frente de la mesa, del lado de la punta. Pasando la puerta se veía solo la mitad de una cocina blanca con hornallas y un sartén con mango rojo amarrado en la pared. Al costado de la cocina había unas escaleras de madera tipo caracol y sin barandas, que se dirigían arriba, al primer piso.
-ya está la cena- dijo en voz alta una mujer y traslado dos platos (uno por mano) cubiertos con servilletas de tela desde la cocina hasta la mesa del comedor. Tenía puesta una remera de hombre que le llegaba casi hasta las rodillas, con las mangas recogidas. Su cabello era oscuro y tocaba el cuello de la remera.
Un hombre bajo las escaleras y se sentó, como se dice: “correctamente”, a un lado de la mesa; en el lado opuesto a ella. Llevaba una camisa marrón metida debajo de unos pantalones negros. Parecía ser un hombre serio.
Ella un poco alejada de la mesa, sentada con un pie arriba de la silla y el otro apoyado al piso, la miraba con firmeza. – ¿qué me decís?- dijo. – ¿sobre qué?- pregunto él. – sobre la comida- -es la misma de ayer, y de todos los días- -¡no es la misma de ayer!- exclamo ella entrando en enojo  y moviendo su cuerpo hacia adelante mirando el plato.- si la haces vos es la misma- respondió el fríamente. – ándate a la mierda- dijo ella y se volvió a echar hacia atrás, apoyando su espalda en curvada en el respaldo de la silla. Agarro un encendedor y un cigarrillo que estaba sobre la mesa, lo llevo a su boca y antes de prenderlo él la interrumpió diciendo. -no fumes eso acá. Si queres fumar acá, ármate uno de estos que sos frescos- y saco del bolsillo de su camisa una bolsa de tabaco. Ella le volvió a decir ándate a la mierda, pero esta vez tirándole el cigarrillo en la cara, aunque no muy fuerte. El cigarrillo reboto en la mejilla de él y volvió a caer sobre la mesa. El no dijo nada.
Ella pregunto con un tono desafiante. – ¿queres probar algo fresco?- y abrió sus piernas sin perder la postura inicial. No había nada que cubriera su piel. El levanto la vista y miro.
-¿queres probar o no?- repitió. – ¡está fresquita!-.  Con una mano se agarraba la rodilla del pie que tenia sobre la silla y con la otra se acariciaba la concha, moviendo sus dedos de arriba abajo. Empezaba a gozar. El seguía mirando, disminuyéndose de a poco su asepticismo.  -¿queres probar o no?- volvió a repetir y se levanto de la silla para ir hacia él dando vuelta a la mesa. Cuando llego se levanto la remera y se sentó en la mesa abriendo sus piernas enfrente de el. Presionaba sus rodillas hacia abajo con sus manos. – chúpame la concha. Fijate que fresca esta. Chúpame la concha, dale, chúpame, fijate.-.
El agacho su cabeza. – ahí, sí, sí.- dijo ella. Tiro su cabeza hacia atrás, empezando a mirar el techo y apoyo sus manos detrás de su espalda sobre la mesa. 
Una de ellas se apoyo sobro el cigarrillo.


5/18/2020

Reflejos



La demostración de que el día se cae y la noche se va tomando en pie: son las luces que se encienden en los cuadraditos de los edificios, que posan bien parados, detrás de las playas y de las carpas; y en esa luz azul del cartel del muelle que se reactiva reflejado en el mar celeste. Ciertos señores salen del agua. La luna se acerca y saluda a la arena. Cambia de color el mar, de celeste a azul. La playa minuto a minuto se va desagotando de gente. Más tarde seguramente se llenara de agua cuando suba la marea; borrara los nombres escritos en la arena, las pisadas y los castillos hechos por los niños y por mí. En los caminos que están en el medio, entre la arena y los edificios, ya se empiezan a ver sujetos con camperas, buzos, zapatillas, mochilas y carteras; cabellos secos, cuerpos libres de sal. La noche ya esta aquí. Los cuadraditos de los edificios están encendidos casi en su totalidad. Los señores vuelven al agua. Algunos se pasan de la calle a la arena.