12/05/2022

CON EL FILO DE UN TEXTO




Los cierres son tan crueles que condicionan lo que se esta por abrir... 




Lunes y martes estuvo bien. No recuerdo nada extraordinario, aunque estuvo bien. El miércoles mejoro por que vi a mis amigos. La amistad puede ser algo extraño de explicar, pero algo que decir puede ser: extraño. La noche se puso linda, brisa, nubarrones, cosas sencillas, difíciles de explicar. El jueves también estuvo bien. Nuevas caras, otros comportamientos, una rueda con un motor distinto a lo normal, otro ruido otra nafta. Conocer gente nueva está bien, siempre y cuando en el día anterior hayas estado con conocidos. El viernes si que estuvo bueno, y ella también estaba buena - dijo Martin.  No pude evitar mirar solo sus ojos y su camisa, color azul. Me puse contento y hacia a la noche tuve una agradable conversación con mi "compañera"; esas que son profundas y no de cola de supermercados. Antes de eso estuve dos horas con un amigo componiendo musica. El sábado me encontré con alguien que no veía hace mucho a eso de las 20 horas en la entrada de un teatro. Lo de adentro fue sensacional. A eso de las 24, me encontré con alguien que no veía hace mucho mas a la salida de un kiosco comprando unas cervezas. A las 1 de la mañana me llego un mensaje de texto alentador. Un empujón digamos. Al otro día, el domingo no se puso peor. Volví a ver a unos amigos, vi un atardecer, la intensidad de la calma del rio; y ya cuando volvía volví a recibir un mensaje, esta vez algo extraño. Una fotografía de cuando tenía mas o menos 16 años; estaba en el colegio con mis compañeras. El pie de la foto decía: “te acordas, éramos tan jóvenes”. Me hiso pensar y a la hora respondí. “Ya casi que ni me reconozco. De hecho, ya me había olvidado de ese sujeto”. A los 10 minutos un nuevo mensaje. “Siempre vas a ser el pibe buena onda, eso no termina”. Inmediatamente dije “gracias”, a pesar de no estar muy de acuerdo con ello. Me pregunto, como es que si cambiamos tanto hay algo que (y además) afuera nuestro, pueda durar, permanecer, estarce quieto. La amistad puede ser algo extraño de explicar, pero algo que decir puede ser: extraño.

Te extraño. 




CIERRE DE TALLER: 3/12/2022. EL SONAR DE LOS RESULTADOS. POSADAS - MISIONES



Ph: Maria Ibarra.













10/05/2022

BARRO TAMBIEN


https://linktab.co/barrotambien



Este proyecto

es la exposición de un pasado que ya no rotara hacia el

futuro si no entendemos al círculo como un espacio de contención

temporal. No obstante, la tragicomedia siempre depara en un devenir

que consta hacia lo mismo, lo de siempre; lo que no se agota a la vez que

nos cansa. Si hacemos atención podemos darnos cuenta de la

fundamentación universal de la escena. En principio, la materia

manipulada nos indica que estamos ante la significación de la evolución

del tiempo asignándole el languidecido juego del desgaste. La arcilla es

el roce de un cuerpo con otro cuerpo por un tiempo que vaya saber qué

tiempo es. La titulación relacionalmente con el barro hace de todo esto

una lógica que debiera ser considerada filosóficamente correcta en tanto

y cuanto aquel fluye porque su naturaleza es nunca estarce quieto y el

segundo a segundo se separa de lo que es y ya se fue. También el barro.











11/28/2021

Sacacorchos



Acá se vende, no se presta. En todo caso primero compra y después te presto, le dije.

Es solo un sacacorchos señora, me dijo.

Pero acá no se presta; en todo caso compra el vino acá y después te presto, volví a decir.

Ya lo tengo, me dijo; lo compre en el local que está a dos cuadras de acá, seguía.

Le pregunte que por qué no pidió el sacacorchos ahí.

Me dijo que se acordó tarde que no lo tenía y se cruzó conmigo camino a su casa.

Le dije y bueno… abrilo con el dedo.

Me dijo no, que la última vez que hizo eso le salto vino en los ojos y casi queda ciego.

Le dije que si era ciego no le daría bola ni su madre. Le propuse que si compraba otro vino acá  se lo prestaba para que abriera los dos.  Acá se vende no se presta, afirme.  

Me dijo no; que la última vez que tomo dos vinos se embriago mal y se metió algo en los ojos que casi lo deja ciego.

Le dije que si era ciego no le daría bola ni su madre.

De última, le propuse que si lo tomábamos juntos se lo prestaba.

Me dijo no; que ya le esperaba alguien para hacerlo y que no le gustaba nada los tríos.

Me empezó a cansar y le volví a decir que acá no se presta, se vende.

Me dijo que si quería me invitaba un trago, pero claro, que lo tome sola.

Le dije que no; que no acostumbro a beber sola.

Me dijo que podía salir a buscar a alguien para que me acompañara.

Me cansé y le dije que sí.

Saco el corcho, me lleno un vaso y se fue.

Al rato llego alguien, con una botella en la mano.

 

 


11/15/2020

Quiero. Puedo.

Alcanzar inmediato.

Mudo y paralizado.

Dentro del portafolio,

Atado de pies y manos.

Llorar y fingir miedo.

Ciego de pensamiento.

Quieto ahuyento el silencio.

Sórdido sonido.

De lo que ya no se escucha más.

 


8/06/2020

Del Proyecto: "Plazas"



Toda la noche con un café y un libro en la mano… justificando el miedo.
Es inútil; nadie va a apreciar lo que yo. Hay que estar sentado en varios lugares para hacer de lo mismo algo diferente.

Yo me quería bajar al rio para no morir en el intento.
Al fin y al cabo siempre nos escapamos de algo.  


Este lugar esta excelente de colores. La luz del sol entra como agua por rejilla y las sombras modelan líneas largas; figuras que son más grandes que los arboles. En las calles, que de aquí adentro se ven como puntos de fugas, las sombras modelan otra representación; figuras deformes y despelotadas por la conformación de las viviendas y de los tanques de agua sobre ellas.
Hay muchos, jóvenes aquí. Son adolecentes con termos de mates y bicicletas a colores, echados sobre el pasto, en los rincones de este lado del campo.  Algunos ríen y cada tanto despiertan escandalosos, hacen ruido y corren, se persiguen. Otros, más tranquilos, se tocan los hombros y conversan en silencio.     Hace un rato, solo un poco tiempo, se acerco una chica de no más de 15 años de edad. Estaba arriba de su bicicleta verde y sus ojos eran grandes y amarillos, algo hermosos. Le pregunto a mi novia que sentaba a mi lado, si era fotógrafa, que la estaba viendo sacando fotos por el parque; mi novia le dijo que solo era una aficionada, nada más. Yo estaba sentado a su lado; era un banco muy pequeño y tenía mi cuaderno en la mano. La chica de ojos enormes y amarillos la miraba con ternura y admiración. Estaba claro que esa chica tenía el impulso de la fotografía  y al verla a ella haciendo algo que a ella le gustaría hacer, sintió la razón de venir y conectarse. Yo estaba ante dos aficionadas.  Luego de decir nada dijo – que te salgan lindas las fotos- y se fue.

A veces me paso parte de mi tiempo pensando por que nos acercamos y nos alejamos de las personas. Que hay detrás de todo aquello. Creo que el arte funciona bien para todo eso.

Esta chica, la de los ojos amarillos, nunca me miro a mí. Yo estaba a centímetros de su vista pero nunca me miro a mí.



5/30/2020

Fresco






Mesa de madera rectangular cubierta con un mantel cuadrille. Arriba de la mesa y el mantel colgaba una pantalla de color violeta que despedía una luz débil, casi imperceptible, sobre la habitación que era el comedor.
La luz mas solida provenía de la cocina cuya puerta yacía en frente de la mesa, del lado de la punta. Pasando la puerta se veía solo la mitad de una cocina blanca con hornallas y un sartén con mango rojo amarrado en la pared. Al costado de la cocina había unas escaleras de madera tipo caracol y sin barandas, que se dirigían arriba, al primer piso.
-ya está la cena- dijo en voz alta una mujer y traslado dos platos (uno por mano) cubiertos con servilletas de tela desde la cocina hasta la mesa del comedor. Tenía puesta una remera de hombre que le llegaba casi hasta las rodillas, con las mangas recogidas. Su cabello era oscuro y tocaba el cuello de la remera.
Un hombre bajo las escaleras y se sentó, como se dice: “correctamente”, a un lado de la mesa; en el lado opuesto a ella. Llevaba una camisa marrón metida debajo de unos pantalones negros. Parecía ser un hombre serio.
Ella un poco alejada de la mesa, sentada con un pie arriba de la silla y el otro apoyado al piso, la miraba con firmeza. – ¿qué me decís?- dijo. – ¿sobre qué?- pregunto él. – sobre la comida- -es la misma de ayer, y de todos los días- -¡no es la misma de ayer!- exclamo ella entrando en enojo  y moviendo su cuerpo hacia adelante mirando el plato.- si la haces vos es la misma- respondió el fríamente. – ándate a la mierda- dijo ella y se volvió a echar hacia atrás, apoyando su espalda en curvada en el respaldo de la silla. Agarro un encendedor y un cigarrillo que estaba sobre la mesa, lo llevo a su boca y antes de prenderlo él la interrumpió diciendo. -no fumes eso acá. Si queres fumar acá, ármate uno de estos que sos frescos- y saco del bolsillo de su camisa una bolsa de tabaco. Ella le volvió a decir ándate a la mierda, pero esta vez tirándole el cigarrillo en la cara, aunque no muy fuerte. El cigarrillo reboto en la mejilla de él y volvió a caer sobre la mesa. El no dijo nada.
Ella pregunto con un tono desafiante. – ¿queres probar algo fresco?- y abrió sus piernas sin perder la postura inicial. No había nada que cubriera su piel. El levanto la vista y miro.
-¿queres probar o no?- repitió. – ¡está fresquita!-.  Con una mano se agarraba la rodilla del pie que tenia sobre la silla y con la otra se acariciaba la concha, moviendo sus dedos de arriba abajo. Empezaba a gozar. El seguía mirando, disminuyéndose de a poco su asepticismo.  -¿queres probar o no?- volvió a repetir y se levanto de la silla para ir hacia él dando vuelta a la mesa. Cuando llego se levanto la remera y se sentó en la mesa abriendo sus piernas enfrente de el. Presionaba sus rodillas hacia abajo con sus manos. – chúpame la concha. Fijate que fresca esta. Chúpame la concha, dale, chúpame, fijate.-.
El agacho su cabeza. – ahí, sí, sí.- dijo ella. Tiro su cabeza hacia atrás, empezando a mirar el techo y apoyo sus manos detrás de su espalda sobre la mesa. 
Una de ellas se apoyo sobro el cigarrillo.


5/18/2020

Reflejos



La demostración de que el día se cae y la noche se va tomando en pie: son las luces que se encienden en los cuadraditos de los edificios, que posan bien parados, detrás de las playas y de las carpas; y en esa luz azul del cartel del muelle que se reactiva reflejado en el mar celeste. Ciertos señores salen del agua. La luna se acerca y saluda a la arena. Cambia de color el mar, de celeste a azul. La playa minuto a minuto se va desagotando de gente. Más tarde seguramente se llenara de agua cuando suba la marea; borrara los nombres escritos en la arena, las pisadas y los castillos hechos por los niños y por mí. En los caminos que están en el medio, entre la arena y los edificios, ya se empiezan a ver sujetos con camperas, buzos, zapatillas, mochilas y carteras; cabellos secos, cuerpos libres de sal. La noche ya esta aquí. Los cuadraditos de los edificios están encendidos casi en su totalidad. Los señores vuelven al agua. Algunos se pasan de la calle a la arena.